lunes, abril 25, 2005

Oleadas de ¿locura?

(...)
"Don Marcos tenía alrededor de 65 ó 70 años. Era traído por la familia con un diagnóstico de Psicosis Maníaco Depresiva (una ciclotimia como las nuestras pero más desconectada de la realidad, episodios de gran depresión alternados con eufóricos períodos de excitación, que a veces incluye alucinaciones, conductas bizarras, delirios, etc.). La esposa me alargó el certificado del médico que indicaba la internación, mientras don Marcos me miraba con una fabulosa y seductora sonrisa de abuelo de cuentos.

Yo: Bueno, don Marcos, ¿pasamos al consultorio y charlamos un rato?
Don Marcos: Sí, pibe. (Y me siguió hacia la puerta del despacho). (Nos sentamos).
Yo: Don Marcos, dígame, ¿por qué le parece a usted que lo trajeron aquí?
Don Marcos: Mirá pibe, lo que pasa es que mi esposa y los chicos no entienden, ellos creen que estoy "colifa".
Yo: ¿Por qué creen eso? ¿Qué hizo usted?
Don Marcos: Resulta que un día me encontré en el mercado con Doña Zulema, la vecina de enfrente. En la cola, me contó que se le había roto la radio y que no tenía plata para arreglarla, yo me acordé que en casa había por lo menos dos radios. ¿Para qué se necesitan dos radios? ¿Se pueden escuchar dos radios a la vez? Así que le pedí a la Zulema que pasara por mi casa y le regalé la radio. ¡Me sentí fenómeno! Entonces salí a la calle y empecé a preguntarle a la gente qué pasaba, quién necesitaba un pullóver -por que yo tenía como cinco-, y después, regalé un traje -yo nunca lo usaba-, varias corbatas, un poco de plata, unos pares de pantuflas... y cuando le estaba por llevar el reloj pulsera a un muchachito que lo necesitaba, mi familia se enojó y no me dejó salir a la calle. Llamaron al médico, que me vino a ver y dijo que viniera para aquí.
Yo: ¿Y usted sabe qué es aquí?
Don Marcos: Sí, claro pibe, ¡qué te creés! ¿que soy boludo? Es una clínica.
Yo: Bueno, don Marcos, su médico me pide que lo internemos unos días, para saber si le está pasando algo. ¿Qué le parece la idea?
Don Marcos: Decime, ¿se puede jugar al truco?
Yo: Sí, don Marcos, solemos hacer torneos todas las semanas.
Don Marcos: ¿Y al mus?
Yo: Eso no sé, porque yo no juego.
Don Marcos: Bueno, me quedo, así por lo menos te enseño a jugar al mus.
Yo: Bien, ¿entonces salimos a despedir a su familia?
Don Marcos: "Un kilo".
(Salimos, yo como antes, llevado por él del hombro, mientras don Marcos empezaba a explicarme el juego del mus).
Yo: Bueno, don Marcos, despídase de su familia.

(Y de repente, como si el mundo se hubiera cambiado de blanco a negro, la cara de don Marcos se transformó, su sonrisa desapareció, la voz se le quebró y rompió a llorar con desesperación, mientras tocaba la cara de sus hijos y su esposa y les repetía "cuídense", "los voy a extrañar", "no dejen de venir a visitarme" y no sé cuántos dolores más. Marcos apoyó su cabeza en mi hombro, sin poder parar de llorar.)

Yo: Señora, por favor, deje todo en mis manos, vaya con sus hijos y llámeme si quiere en un rato, para que yo le cuente si se tranquilizó. Pero ahora, váyanse, así yo acompaño a don Marcos a su habitación. (La familia le dio un beso más en la cabeza a don Marcos mientras éste sólo podía articular unas confusas palabras y yo trataba de disimular mis propias lágrimas). (Caminando hacia atrás, la familia llegó a la puerta de salida y se fue).

Don Marcos escuchó el click que la puerta hizo al cerrarse y separó un poco la cabeza de mi hombro. Observó la puerta. Se secó las lágrimas con la manga de la camisa. Me miró, se sonrió... y me preguntó:
Don Marcos: ¿Estuve bien?
Yo: (que no entendía nada, no sabía nada, no podía hablar) ...
Don Marcos: ¿Sabés qué pasa, pibe? Hace una semana y media que me mandan a dormir y lloran como dos horas hablando sobre "cómo va a sufrir él cuando lo internen". Ellos esperaban que yo estuviera dolorido al separarme de ellos, y a mí... ¿a mí qué me costaba? "
(...)
Jorge Bucay
Cartas para Claudia