¡Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor!
Llevo días tarareando la misma canción. Y a pesar de eso, me sigue gustando.
Las canciones son entes extraños que nos acompañan en nuestro diario caminar... o estar sentados, de pie, tumbados, correr... en nuestro pasar por la vida, vamos, sea de la forma que sea.
Hay canciones que te traen "recuerdos de otros tiempos" y canciones que consiguen que ciertos momentos se hagan imborrables. Hay canciones que nos ayudan a estar tristes cuando lo necesitamos y canciones que nos levantan el ánimo cuando nos hemos cansado de estar tristes. Sólo hay que cambiar el CD (disco, cassette, emisora de radio... o pedirle a la vecina de al lado que cambie el repertorio, según el caso) y voilà! Tal vez no sea inmediato, tal vez no sea un cambio brusco, pero la magia de la música va haciendo mella.
¿Y todo esto a qué viene? A una frase de Rayuela, de Cortázar (que estoy leyendo ahora) que da título a este post, por cierto. También es que estoy un poco acatarrada (el paseo por Madrid, ya se sabe... qué frío!) y la garganta no me permite canturrear cuanto quisiera. Y se me nota. Se me nota en el humor y en la voz.
¡Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor!
Tengo hambre.
Las canciones son entes extraños que nos acompañan en nuestro diario caminar... o estar sentados, de pie, tumbados, correr... en nuestro pasar por la vida, vamos, sea de la forma que sea.
Hay canciones que te traen "recuerdos de otros tiempos" y canciones que consiguen que ciertos momentos se hagan imborrables. Hay canciones que nos ayudan a estar tristes cuando lo necesitamos y canciones que nos levantan el ánimo cuando nos hemos cansado de estar tristes. Sólo hay que cambiar el CD (disco, cassette, emisora de radio... o pedirle a la vecina de al lado que cambie el repertorio, según el caso) y voilà! Tal vez no sea inmediato, tal vez no sea un cambio brusco, pero la magia de la música va haciendo mella.
¿Y todo esto a qué viene? A una frase de Rayuela, de Cortázar (que estoy leyendo ahora) que da título a este post, por cierto. También es que estoy un poco acatarrada (el paseo por Madrid, ya se sabe... qué frío!) y la garganta no me permite canturrear cuanto quisiera. Y se me nota. Se me nota en el humor y en la voz.
¡Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor!
Tengo hambre.